29 de julio de 2010

Bulgaria y Rumania

Hola a todos, feliz día del amigo atrasado. Espero que se hayan divertido mucho.
Les cuento que finalmente, para los interesados, puse una entrada, en la carpeta curiosidades, sobre la canción Argentina – Jamaica 5:0 del grupo ruso Chaif, que hace un tiempo les había prometido. Van a poder ver el video y debajo tienen la letra.

Después de mucho andar Varna (Bulgaria) fue como un retiro terapeutico. Mi anfitrión Blado y su novia me trataron muy bien, me mostraron la ciudad y me llevaron varias veces a la playa. Me quedé unos cinco días ahí, relajándome, disfrutando de lo que serían mis últimos días de playa en el verano.
Varna es la tercer ciudad en importancia detrás de Sofia y Plovdiv. Tiene 350 mil habitantes y está sobre el mar negro.
Tuvimos un par de días de lluvia, pero eso no evitó que pudiésemos disfrutar de varios paseos y reuniones con amigos de Blado.





La Catedral de Varna. En ella vi un espectáculo bastante desagradable. Un montón de turistas hacían fila delante de un sacerdote anciano que daba las bendiciones de modo automático mientras que los turistas dejaban dinero en la bandeja delante de el.



Con la patota, Blado es el de la izquierda

De Varna fui hasta Veliko Tarnovo. Fue bastante fácil conseguir aventón, así que llegué muy temprano. No tenía anfitrión ese día, así que busqué un hostel que me dejó, por un módico precio, poner la carpa en su jardín y disfrutar de su ducha.
Veliko Tarnovo es una hermosa ciudad de cerca de 80 mil habitantes que hubo de ser la capital del reino búlgaro mucho tiempo atrás. Las casas se posan en los acantilados, parece que en cualquier momento van a caer al río que atraviesa suavemente la ciudad
En el hostel conocí a un japonés llamado Akira, dos españoles, 3 yankees y un grupo inmenso de belgas.
Por la noche fuimos a bailar. La ciudad estaba muerta, pero bailamos entre nosotros y la pasamos muy bien.
Al otro día me despedí del grupo y me encontré con mi anfitrión por ese día, un pibe recién salido del secundario que vivía con sus padres y con hermanito. No me dio un segundo de respiro, salimos a pasear con uno de sus amigos y por la noche salimos a tomar algo a un bar que estaba de festejo. Es sin duda una de las ciudades más hermosas en las que he estado.

Mi anfitrión es el del medio, Stefan












De Veliko Tarnovo fue muy fácil llegar a Bucarest. La distancia es de unos 200 kilómetros y no hay ciudades importantes entre estos dos puntos, así que necesité sólo dos autos para hacerlo.
Mi anfitrión, que también se llamaba Stefan me estaba esperando para ir a un partido de Futbol, el primero de la temporada. Fuimos a ver FC Rapid contra el FC Vaslui. Nosotros hinchábamos para el Rapid que jugaba de local y que terminó ganando un entretenido partido por 2 a 0. Nos saltamos y cantamos todo el partido. Por suerte las canciones eran bastante básicas en su mayoría. Mucho ole, ole, oooo y Rapid, eso en un orden bastante predecible, así que me canté y grité todo. Las pasamos genial.
Los otros tres días que me quedé nos la pasamos pateando la ciudad de arriba a abajo y por las noches en los bares. Aca una diferencia fundamental entre Bulgaria y Rumania. En Bulgaria la vida es mucho más tranquila, los bares incluso los fines de semana están bastante vacíos. En Rumania la vida es mucho más acelerada y alocada. Los bares están siempre llenos y la gente atesta las calles a toda hora. Me impresionó la cantidad de estudiantes extranjeros que se puede uno encontrar simplemente dando vueltas en Bucarest.
Respecto al idioma, les comenté que en Bulgaria no tuve ningún problema gracias al ruso. En Rumania tampoco tuve problemas, el idioma es parecido al italiano, así que es fácil de entender y la mayoría de los jóvenes hablan inglés, así que es fácil moverse.





Hay un servicio de bicicletas gratuito, así pedaleamos un rato alrededor de la ciudad




De derecha a izquierda... Yo, Stefan (mi anfitrión), Radu (otro rumano) y William (a pesar del nombre, es francés)




Quedé encantado con la vida de Bucarest, pese a que hace demasiado calor y no hay muchos árboles en la calle, lo que hace un tanto difícil moverse en estas temperaturas.
Mi siguiente destino, en realidad de paso ya que no tenía anfitrión era Brasov. Si bien es considerada una de las ciudades más lindas de Rumania, es muy parecida a Sibiu, donde planeo estar 3 días, así que no le dediqué mucho tiempo y seguí mi camino al centro de Transilvania buajaja!!!
Hacer dedo en Rumania. Es muy fácil, increíblemente fácil, aunque descubrí que es esencial llevar un cartel con el destino, cosa que hasta ahora había evitado, ya que no siempre ayuda. Por ejemplo en Rusia llevar un cartel es una muy mala idea, ya que los autos sólo se detendrán si van exactamente a ese destino, privándote de avanzar de a saltitos. En Turquía y en Bulgaria no es necesario tampoco ya que la gente se detendrá sin muchos problemas. En Rumania es esencial, ya que el conductor no se detiene, simplemente disminuye la velocidad y hace señas preguntando a donde carajo vas. Sin cartel, no es fácil. Al principio hacía muecas, pero muchos lugares tienen nombres complicados, así que decidí divertirme. Cuando iba para Brasov, donde está el castillo de Drácula según Bram Stoker, en vez de hacer muecas diciendo Brasov, me puse a hacer señas tipo Nosferatu, cubriendome el rostro con el brazo izquierdo y el derecho extendido terroríficamente hacia los conductores, cuando el auto estaba cerca cambiaba la posición de mi mano derecha del tratar de “alcanzar al conductor” a la posición de “hacer dedo”... no se si está muy claro, pero eso hice hasta que se detuvo un auto con un pibe que había entendido lo que quería hacer y a donde iba. El pibe no iba a Brasov, pero me adelantó a un cartel en la ruta, donde yo podía señalar más facilmente mi destino. En esa posición me paró el primer camión y me llevó sin mayores inconvenientes. Ya me compré un fibrón, así que ahora puedo empezar a viajar con carteles.
Bueno, siento haberme demorado tanto en armar esta entrada. La próxima la voy a armar para dentro de pocos días. Calculo unos 4, antes de partir de Sibiu.
Casi me olvidaba del mapa


Les mando un abrazo

20 de julio de 2010

Ultimos días en Estambul y un poco de Bulgaria

Mis últimos días en Estambul fueron muy tranquilos. Tuvimos 3 días de lluvia así que poco se pudo hacer. Lo que sí pude hacer es visitar la iglesia ortodoxa Búlgara y un barrio griego. Lo que en principio parecía simplemente otra iglesia, resultó ser mucho más interesante. Cuando llegué a la iglesia la encontré cerrada. Inmediatamente la lluvia me forzó a meterme en un pequeño café a unos pocos metros. Ahí vi la carta y me decidí por lo más barato. Un buen plato de sopa con pan. Como estaba un poco fresco la sopa me sentó muy bien. No pasó mucho tiempo cuando el dueño del local se me acercó a charlar en un inglés bastante decente. Charlamos un poco de nuestras respectivas historias. El era divorciado, con dos hijos pequeños, que en ese momento corrían y gritaban alborotando el pequeño café. Empezó a estudiar periodismo en Chipre, cuando se dio cuenta que no era lo suyo y se dedicó al turismo en Estambul. Después su jefe se puso un restaurante y se asociaron, les fue bien y el terminó poniéndose el café.
Un tipo muy interesante y generoso. No paró de servir te al tiempo que charlabamos y el tiempo volaba (estuve cerca de 2 horas ahí) me contó la historia de la iglesia ortodoxa búlgara y por ello esta larga introducción. En una de las tantas guerras entre rusos y otomanos, los rusos los vencieron y pusieron duras condiciones. Esto llevó a que el patriarca de la iglesia ortodoxa recuperara mucho de su poder. Rusia era entonces considerada por el Imperio Otomano, como la protectora de los cristianos en su imperio. La cosa es que al sultán lo irritaba parece el patriarca, por ello decidió permitir la construcción de una iglesia cristiana amiga, pero hostil al patriarcado, la de los búlgaros (que habían sido expulsados por el patriarca), y esto lo hizo a sólo 200 metros del patriarcado. Esto desató la ira del patriarca lo que llevó al embajador ruso ante el sultán. Ante las amenazas del emabajador el sultán aceptó suspender la autorización, pero para no insultar a quienes antes había ofrecido terrenos, le explicó al embajador que les daría un mes para empezar y terminar la construcción. De esa manera no sería su culpa si no la terminaban a tiempo. Cosa que obviamente no harían. Lo que el embajador no sabía, es que el astuto sultan ya había mandado a construir un año antes la iglesia en Viena. Toda hecha de metal, y sería transportada y ensamblada en Estambul. Así fue como en menos de un mes la iglesia ortodoxa búlgara llegó a Estambul.


Parece que esta técnica de iglesias pre armadas fue utilizada en las colonias por ingleses principalmente pero no exclusivamente. A pesar de ello, la iglesia de San Esteban, también conocida como la iglesia de hierro, es una de los pocos exponentes que quedan en pie en el mundo.

Pasada la breve historia les cuento que mi salida de Estambul fue bastante exitosa. Tome dos colectivos y ya estaba fuera de la ciudad. Me tomó 5 vehículos y sólo 6 horas llegar a la frontera. Lo interesante es que los últimos 3 vehículos eran colectivos. El primer colectivo me llevó hasta Esmirne, cerca de la frontera. Cuando me levantó tuve la suerte de que el chofer hablara inglés, tenía el suficiente nivel como para entender cuando le pregunté si cuando llagáramos a la terminal si creería que podría conseguir aventón en otro colectivo (me quedaban sólo 6 LT, suficiente para una buena comida) el tipo agarró su celular y me dejó a la entrada de la ciudad donde me estaba esperando otro colectivo, con toda la gente arriba. Ningún drama, obviamente todos estaban expectantes de quien llegaría, por quién esperaban. Pero una vez que subí charlé con un par, pero fue bastante corto porque sólo me llevó hasta la salida de la ciudad, donde había un colectivo estacionado. El me llevaría hasta la frontera, pero por 3 LT. Cuando se dio cuenta que prefería caminar hasta la frontera antes que pagarle aceptó llevarme gratis, y aparte me regaló una botella de agua, un grande.
La frontera me sorprendió, siendo una frontera continental, siendo Bulgaria un país de la Unión Europea, esperaba mucho más control, más desconfianza. No, nada de eso. Es más me equivoqué y entré por el lado equivocado, así que salí de Turquía sin pasar por ningún punto de control. Me di cuenta, atravecé un edificio y entré a los controles por atrás. Los policías se sorprendieron, pero poco les importó, sólo tenían comentarios para burlarse de Maradona.
En Bulgaria sólo hola, estampa en el pasaporte y chau, no mucho más. El único problemas es que veía que no había mucho tráfico en dirección a Bulgaria, estaba solito. Mucho tráfico en dirección a Turquía, eso sí. Caminé un par de kilómetros y me encontré con dos puestos de cruz roja. Ambos con un par de kilómetros entre ellos. Me dieron agua fresca, me pude sentar un rato a descanzar, me regalaron unas ciruelas y un mapa de Bulgaria, lo que me vino genial, porque culpa de que no podía abrir google map en Turquía no tenía mucha idea de a donde iba.
Caminé al primer pueblo a sólo 5 km, ni un alma, los pocos que pasaban iban re cargados, así que ni me molesté en hacer dedo. Obviamente no había bancos abiertos, así que no tenía dinero encima. Sólo 2 sandwiches, dos pedazos de pan y un litro de agua. Eso me tenía que rendir hasta al otro día, así que decidí esperar hasta que el hambre me pusiera en aprietos. Hasta el otro pueblo tenía 15 km, así que sabía que iba a ser un largo trayecto.
Y lo fue, no se cuantas horas me tomó, pero era de noche cuando llegué a la intersección de las rutas. Tuve la suerte de que justo un auto estaba saliendo del pueblo y me ofreció aventón hasta Plovdiv, mi ciudad destino. Imposible tener más suerte... bueno en realidad sí, el tipo que me levantó tenía 3 dientes locos, fumaba un cigarrillo detrás de otro, el auto era lento, temblaba como una heladera vieja y estaba todo sucio y a pesar de que hablaba ruso, me era muy difícil entenderle. Podría haberme llevado una bella joven en un auto deportivo... pero no me quejo. El tipo estaba apurado, así que estaba muy concentrado en el camino ya que iba bastante rápido (a 80km/h lo que en un viejo Lada parecen 180 Km/h).
Me dejó a la salida de la ciudad ya que en realidad él iba a Sofía, la capital de Bulgaria.
Me acerqué a una estación de servicio que no solo tenía wi-fi, sino que aparte estaba pasando el partido de España-Holanda. Me quedé viendo el partido, y siendo que era tarde acampé detrás de la estación. Por la mañana me di un bañito con una manguera y salí a la ciudad. Un auto me levantó y me llevó hasta el centro de la ciudad, donde recién a la tarde me encontraría con mi anfitrión. Mientras caminé un poco y cuando se largó una lluvia torrencial me metí en un Mc Donalds y me quedé escribiendo un rato.
Algo bueno en Bulgaria es que la mayoría de la gente mayor a 35 habla al menos un poco de ruso y en general lo entienden bien. Los jóvenes en su mayoría hablan inglés o francés o alemán, así que con un poco de suerte no he tenido mayores problemas de comunicación. Que lindo es poder hablar nuevamente en ruso... en realidad que lindo es hablar y que la gente te entienda. Que simple se hace todo. Toda esa simplicidad desapareció cuando le pedí a una señora en Mc Donalds que me ciudara mis bolsos mientras iba al baño. Sacudió la cabeza disiendome que no. Me sorprendió mucho, así que tomé una de las mochilas (la más pequeña e importante) y dejé la mochila mas grande allí. Después me pasó lo mismo en el banco. Necesitaba algunos Levs así que fuí a la cajera y me dijo que no cambiaban. Ante mi cara de asombro, ella se corrigió y me dijo que sí. Ahí entendí todo y recordé la advertencia que me habían hecho antes de llegar al país y que había olvidado completamente, los búlgaros para decir no, mueven la cabeza como acostumbramos a decir si. Tienen invertidos los movimientos de la cabeza para las afirmaciones y negaciones, lo que uno puede pensar que es fácil, pero confunde. Es impresionante lo instintivos que podemos ser. Yo se que como mueven la cabeza cuando es no y cuando es si, pero siempre titubeo, no puedo evitarlo.

Plovdiv es una ciudad muy hermosa, el casco antiguo está muy bien cuidado y está lleno de vida. Mi anfitrión era un francés llamado Vincent, de novio con una búlgara llamada Maria.
Era la primera vez que recibían un huésped a través del sistema de couchsurfing, así que estaban muy entusiasmados. Me recibieron muy amablemente, no ignoré el cartel que escribieron en la cocina que si bien estaba en francés se entendía claramente: bienvenido a Bulgaria.
Sólo me quedé con ellos dos días, ya que ellos estaban también preparándose para viajar, pero los dos días que pasé con ellos fueron muy agradables. La ciudad, como les comenté y como pueden atestiguar las fotos a continuación es muy hermosa.













Desde Plovdiv me fui haciendo dedo hasta Sofia, la capital de Bulgaria. Sólo necesité un auto para todo el recorrido. El tipo iba al aeropuerto, un tanto alejado de la ciudad, pero cuando le dije que el motivo de mi viaje era conocer la Catedral de Alejandro Nevski, decidió llevarme y dejarme en el centro.
Estuve muy poco en Sofia ya que no encontré anfitrión. Esperaba ir al sur, a las montañas Riba, y de ahí volver con más tiempo. En Sofia me dediqué a ver el centro de la ciudad, llena de hermosos monumentos y espectaculares iglesias.

Iglesia ortodoxa rusa




Estatua de Sofia

Iglesia de Santa Nedelia

Iglesia redonda de San Jorge (considerada la más antigua de Sofia)

Teatro Nacional


Dos fotos de la Catedral de Alejandro Nevski, obra en honor a los rusos caídos en la liberación de Bulgaria del imperio Turco (1877-1878)


Monumento al zar libertador, Alejandro II

Universidad de Sofia

De Sofia a las montañas finalmente tomé un colectivo, esperé y esperé y no conseguí quien me llevara. Necesité 2 autos para acercarme sólo unos kilómetros y después de mucho esperar paré un colectivo y fui derecho a Samokov, un pueblo muy cercano a las montañas. El recorrido fue hermoso, rodeamos un gran lago y atravesamos varias pequeñas aldeas, todas muy bellas y antiguas.
En Samokov descubrí que en la oficina de información turística me habían orientado mal. El pueblo de Samokov no tenía un camino hacia el monasterio, sino que era una huella a través de la montaña. El clima era muy malo, pero decidí empezar a caminar. A unos 15km encontré Malovitza, una aldea bien metida en la montaña donde me encontré a un alemán y a una belga que venían en sentido contrario y por suerte con un mapa bien detallado de la ruta. El camino al monasterio se hacía en dos etapas y eran en total 34km en la montaña (aparte de lo que ya había hecho). Yo no estaba preparado para tremenda odisea, tenía todo mi equipo encima, así que después de mucho pensarlo me rendí y regresé a Samokov, de donde me tomé un colectivo destino a Sofia. Como no quería volver todavía me bajé en el inmenso lago que antes había visto.

El lago era muy hermoso y estaba completamente cercado por una gran alambrada. Numerosos carteles indicaban que estaba prohibido atravesar la alambrada. Después me enteré que el agua de ese lago es el agua que bebe Sofia, así que me imagino que es por eso el motivo. Yo ya había llegado demasiado lejos y estaba cansado después de caminar tanto. Un tipo me indicó que había parte de la alambrada rota, así que la busqué y la atravesé. Encontré un lugar muy pacífico, lejos de la ruta, oculto entre los árboles, y suficientemente cerca del lago para verlo. Pasé la noche ahí y al otro día partí sin dejar rastro.
Un pibe me levantó y me dejó en las afueras de Sofia y otro me llevó hasta la terminal de colectivos.
Desde la terminal me tomé un colectivo hasta uno de los primeros destinos fuera de Sofia, Botevgrad, desde ahí esperaba tener mayor suerte pidiendo aventón. El primero que me levantó fue un colectivo, que no me llevó muy lejos, me dejó en las afueras de Pravetz. Desde ahí caminé bastante hasta que cerca de las 8, ya tarde, aunque todavía con mucha luz, me levantó un camión que transportaba autos, un pibe muy joven llamado Tsvetelin. Pese a que mi destino era Varna, fuí con el hasta Ruse, lo que me desvió un tanto de mi camino, pero no tanto. Ruse es la ciudad desde donde planeo en unos días abandonar Bulgaria y entrar a Rumania, es muy cerca de Bucarest, así que consideré que era una buena oportunidad de ver que tan problemático sería cruzar la ciudad.
Tsvetelin resultó ser un tipo de lo más interesante, técnico en logística, había terminado conduciendo camiones porque podía ganar un poco más de dinero. Me invitó la cena en un puesto de camioneros y después me dejó dormir en uno de los tantos que llevaba en su camión. Al otro día me acercó a las afueras de la ciudad. Desde ahí 3 vehículos necesité para llegar a Varna, la principal ciudad costera de Bulgaria y que les describiré en la próxima oportunidad.
Como siempre, les muestro el recorrido que les acabo de describir. El país es pequeño, casi siento como sus fronteras me apretujan. A pesar de ello entre idas y vueltas hice poco más de 1.200km.


Respuestas a los muy queridos amigos
1. Tato, coincido completamente contigo, mi autoridad es tanta en teología, como la tuya en salsa y merengue.
2. Primita, como me gustaría ser una mosca? que tipo de deseo es ese? jajajaj
3. No Heidi, mis pantalones de ositos quedaron en Krasnodar con mucha de mi ropa de invierno. Para evitar llevar más peso del necesario hasta he racionado la cantidad de lapiceras que llevo encima.