30 de agosto de 2010

Poniendonos al día con Serbia

Como siempre empiezo esta entrada disculpándome por el largo tiempo que me tomo escribir. Por otro lado, he podido subir solo algunas fotos en esta entrada, me concentré en Guca... internet de mierda.
Tengo varias escusas, la principal es la falta de internet. Mucho viaje y tuve problemas para encontrar internet cerca de casa. También, después del festival de Guca, me salieron unas pequeñas hemorroides, así que me fue difícil sentarme delante de la computadora (mi culo ya está mucho mejor, no derramen lágrimas por él)
Otro motivo importante fue el fallecimiento de mi querida amiga Christin, de Alemania, a manos del cáncer. Eso realmente me quitó las ganas de escribir y durante varios días no hice mucho, quedándome en Belgrado, haciendo poco y nada.
Pero bueno, todos nos vamos a morir, así que hasta entonces no vale la pena deprimirse mucho. Pasado mi duelo por mi querida amiga decidí seguir mi camino.

Han pasado tantas cosas desde la última entrada que no hay forma de sintetizarlo. Obviamente lo intentaremos.
Estuve cerca de 20 días en Serbia. Increíble país. Hermoso, lleno de locos, que si bien no se parecen a los personajes de Kusturica (algunos tienen un parecido asombroso eso sí) no dejan de asombrar.
Todo el tiempo que estuve en Belgrado lo pase en la casa de Rade. Un tipazo de unos 45 años, divorciado, con un hijo de unos 20 que vivía en el segundo piso de una pequeña, pero acogedora casa, en las afueras de Belgrado. Sede no oficial de los couch surfers, el tipo tenía constantemente entre 4 y 6 personas de distintas partes del mundo parando en su casa. Más se parecía a un hostel que a una casa, pero el clima era tan agradable que era imposible irse. Todos los días comíamos juntos y pasábamos el día no haciendo mucho, en un distrito tan alejado y nuevo que no era posible verlo con google map.
Era tal la hospitalidad de Rade, y tan lindo el clima de la casa que era muy difícil irse. Un italiano, Massimo, llegó por 3 días y se quedó cerca de 15. Yo llegué por 2 días y me quedé 10.
Estuve dos días en Novi Sad, una ciudad al norte de Belgrado a unos 90 kilómetros. La segunda ciudad más importante del país. Una ciudad muy hermosa, atravesada por el Danubio (Belgrado es atravesada por el Danubio y por el río saba)
Finalmente fui a Guca, el objetivo tras mi viaje a Serbia, dejando muchas cosas pendientes, muchas cosas para ver y entender.
Guca es un poblado de 2 mil habitantes que tiene un festival, en esta ocasión su 50 aniversario, un festival de música balcánica, entiéndase gitana, más importante en la región. Normalmente de 5 días, este año, por ser el 50 aniversario fueron 10 días, yo me quedé 5 días. Una locura.
Fui haciendo dedo con una bielorrusa adorable, muy graciosa, que no se había animado a ir sola. En Guca acampamos gratis al lado del río. Río que por supuesto no tenía baño, ni cocina, ni árboles.
El querido barrio donde viví

Olga y Ciprian (Rumania)

la rutina era muy simple. Nos levantábamos entre las 7 y las 8 justo antes de que las carpas se transformaran en hornos, nos metíamos en el río mientras que gracias a un poco de cerveza y trabajo moviendo piedras burlábamos la resaca.
El trabajo consistía en hacer pequeños diques para poder contener un poco el agua, que en general no llegaba hasta las rodillas. Una vez terminados los diques, pasamos el tiempo haciendo monolitos.
A las 9 ya había mucha gente en las 3 calles locas del poblado. Las 3 calles estaban llenas de puestos de suvenires y bares, donde la gente desayunaba al tiempo que las orquestas, que eran un montón y daban vueltas por el pueblo, tocaban a más no poder.
La lógica era la siguiente. Las bandas no tocaban por dinero. En realidad se te acercaban y si creían que tenías plata, empezaban a tocar alrededor de uno y le acercaban la trompeta a la cabeza y no paraban hasta que el homenajeado pagara por su libertad.
Todo el día igual. La siesta, cuando el sol pegaba terriblemente, la gente buscaba refugio en cualquier plazoleta, bar, o los que no tenían plata, como yo, en la ladera de la colina, donde al lado de los árboles, siempre habían recostados varias decenas de personas, algunos durmiendo, otros bebiendo, todos esperando que baje el sol.
En la noche el espectáculo de bandas acosadoras se repetía sin parar. Con gente bailando por todos lados. Asimismo todos los días había un espectáculo en el anfiteatro, donde unos podía escuchar a Bregovic, Shantel o Markovic. Todos grandes espectáculos (y todos gratis increíblemente)
Tengo unos videos geniales, pero por el peso no he podido subirlos... talvez más adelante.
Guca es impresionante, nunca pensé que podría ser tan genial. La pasamos tan bien (no entremos en detalle respecto a la higiene personal) mucho mejor de lo que pensé.
Llenísimo de extranjeros, mochileros de todas partes. Mis vecinos eran rusos, búlgaros, italianos, muchos, pero muchos franceses, ingleses, rumanos y cosas por el estilo.









Pasado Guca, con mucho dolor (espiritual y por las hemorroides) volvimos a Belgrado. Olga (la bielorrusa) tenía un vuelo por la mañana y yo volví a lo de Rade.
Un día después salí a duras penas hacia Budapest.
El recorrido fue bastante duro (por razones obvias sumadas al incesante calor) pero llegué después de 10 horas de camino. Eterno teniendo en cuenta que son sólo 370 kilómetros.
Hoy me encuentro en Viena, después de haber visitado Budapest y mañana salgo para Bratislava.
Budapest y Viena lo dejo para la próxima con más tiempo. Espero también poder poner más fotitos.

4 de agosto de 2010

Poco más de Rumania

Hola gente!!! estoy de festejo porque, como pueden observar en el contador, he superado los 10 mil kilómetros. Todavía me falta bastante para llegar a los 10 mil a dedo, pero de a poquito llegaremos. Con los precios de los colectivos en Europa calculo que bastante pronto.
Ya que estamos en estos temas les comento mas o menos como vienen mis planes. Como saben no puedo volver a Rusia hasta el 29 de septiembre, cuando se cumplen los 90 días fuera del país. Hasta entonces la idea es viajar hacia el norte para entrar nuevamente a Rusia por el norte y así poder ver San Petersburgo en otoño. Para ello tengo muchos países que atravesar, aunque por el tiempo que tengo me concentraré sin duda sólo en algunas ciudades.

Volviendo al recorrido, habíamos quedado en las afueras de Brasov; de camino a Harguita, territorio rumano poblado por Szeklers (subgrupo étnico de ascendencia húngara y que viven en Transilvania). El camino lo hice en un camión al ritmo del "manele" (algo así como la cumbia rumana). La última parte la hice en una traffic con 5 seklers, uno de los cuales hablaba inglés.
Algo interesante de los seklers y del territorio Harguita es que todos hablan húngaro, idioma particularmente difícil. No hablan en general rumano, y tampoco inglés. Las dos ciudades principales, pude ir a ambas, son muy pequeñas. La ciudad principal del territorio es Miercurea Ciuc que tiene cerca de 50 mil habitantes y le sigue Odorheiu Secuiesc con 30 mil habitantes. El resto son aldeas.
Mi anfitrión en Odorheiu Secuiesc se llamaba Robert. Trabajaba en la ciudad principal que quedaba a poco más de una hora.
El primer día en su casa lo acompañé al trabajo. El se quedó trabajando y yo me fui a recorrer la ciudad, sus afueras principalmente.
Había llovido toda la noche así que el recorrido era accidentado. Empecé por una iglesia católica dedicada a la virgen María. Había sido el lugar del enfrentamiento entre seklers católicos y un rey húngaro que quiso convertirlos al protestantismo. Desde ese pueblo se llamaron a los hombres de las aldeas cercanas para pelear contra este rey y lo vencieron, obteniendo el derecho a mantener su religión. Todos los años una procesión conmemora el acontecimiento.

A la ciudad la rodea una pequeña montaña con dos picos. En el primero había una iglesia y en el mas alto una plataforma más alta que los árboles del bosque que cubren completamente la montaña.
Robert me había dicho que existía una camino al primer pico, así que decidí salir en su búsqueda. En el camino me desvíe ya que como había estado lloviendo toda la noche, se había formado un río que me hizo rodear la montaña, donde encontré una pequeña aldea sekler. Decidí explorarla un poco. Ahí conocí a una abuelita de 95 años, en muy buen estado, con los cachetes rozagantes y un caminar mucho más veloz de lo que uno supondría. Me empezó a hablar en húngaro y cuando fue evidente para ella que yo no la entendía llamó a su hijo de 70 años, que para mi sorpresa hablaba un poco de inglés y un poquito de ruso, así que nos comunicamos bastante bien. El me mostró la aldea y me llevó con la profesora de inglés de la misma. La casa de la profesora estaba llena de gente. El río que se había formado había arrasado con una casa, así que estaban la familia con 8 hijos viviendo con la familia de ella. Se lamentó mucho por no poderme invitar a pasar, así que nos despedimos.
Antes de dejarme partir el tipo de 70 años me invitó una cerveza, a la cual no me dejó decir que no (eran poco mas de las 10 de la mañana). Nos sentamos afuera del único mercadito de la aldea y se nos sumó un tipo que iba en bicicleta y al vernos paró y se compró también una cerveza.


Esta entrada es típica entre los seklers. Tiene una pajarera en la parte superior. Y siempre llevan escrito, tallado, "hecho por x persona en el año x con la ayuda de Dios".


Finalmente logré despedirme y me explicaron como cruzar el "nuevo río". Ya del otro lado podía ver claramente el sendero, aunque me sorprendió lo pequeño que era. No era más que una huella y no pude adentrarme muchos metros, cuando se transformó en un pequeño río. Como el camino no existía decidí mandarme a campo traviesa. A pesar de la poca altitud, el camino fue bastante duro, estaba todo embarrado y el bosque era tan frondoso que constantemente tenía que detenerme y rodear algunas zonas. No pasó mucho cuando encontré unas huellas. Gracias a que soy un explorador experto y gracias al barro también, descubrí que eran huellas de caballos con herraduras y que iban hacia la cima. Decidí seguir las huellas lo que me aligeró la marcha. Cuando llegué a la cima, bastante cansado y lleno de barro, encontré la iglesia y lo que fue peor, un montón de turistas y un camino de piedra que bajaba por el otro lado de la montaña!!!
Un poco desilusionado decidí, en venganza, subir al otro pico. Para ese no había camino aunque era un poco menos frondoso, aunque al mismo tiempo era más empinado.
Al pié encontré una solitaria tumba. Reconozco que esperaba NO encontrar un epitafio algo así como: a Pepito Contreras, escalador amateur, escaló solito y sin equipo la montaña, murió por gilipollas!!!
Como el nombre era de una húngara de 16 años, me quedé más tranquilo y me adentré audazmente con el objetivo de conquistar la cima.
Llegué hecho una sopa y después de escalar la plataforma pude ver los valles que rodeaban la montaña, sus aldeas y bosques.





A no más de 50 km de Harguita se encuentra Sighisoara, el lugar de nacimiento del héroe más macabro en la historia rumana, Vlad Tepes, llamado cariñosamente, el empalador. En Sighisoara sólo me quedé para ver el casco antiguo de la pequeña ciudad y su bello castillo.
Seguí mi caminó y llegué a Sibiu, donde mi anfitrión se llamaba Lucian. En seguida hicimos una muy buena relación, su compañero de departamento estuvo un rato con nosotros, fuimos al mercado a comprar unas verduras y volvimos para cocinar un poco de pasta. Vinieron unas amigas y nos quedamos toda la noche comiendo y tomando unas cervezas.
El sábado nos levantamos tempranito y nos fuimos con unos amigos de el a una aldea a unos 80km. Uno de los mejores amigos de Lucian tenía una casa ahí y un pequeño terreno donde tenía unas vides plantadas. 4 horas estuvimos bajo el intenso sol los 6 trabajando con las zapas limpiando el terreno en esa hermosa colina. Cada tanto parabamos a descansar a lado de 2 antiguas tumbas solitarias que coronaban la colina y que estaban a unos 300 metros del cementerio de la aldea, que se veía claramente desde ese punto en la pequeña colina. Las tumbas según le había comentado la abuela al amigo de Lucian eran de dos judíos que debido a la situación política en la Segunda Guerra Mundial (Rumania fue aliado de los nazis) no les permitieron ser enterrados en el cementerio, así que los enterraron un poco más arriba de la colina.
Trabajamos, nos salieron ampollas y después bajamos a la aldea por un merecido descanso, probamos el vino de la cosecha anterior y nos comimos un asado, versión rumana.

El antes

El después



Al volver a casa nos dormimos una “siesta” de 5 horas y por la noche salimos a dar unas vueltas por los bares.
El domingo el día comenzó tranquilo, no albergaba sospecha de como terminaría. Como les decía, empezó muy tranquilo, comidita y paseo por la ciudad. Era mi último día en Sibiu, así que quería ver todo. Por la tarde nos entró hambre. Lucian se había quedado sin dinero y sin crédito en el teléfono, así que pasamos por la casa de uno de sus amigos, como no se acordaba el número de departamento nos pusimos a gritar su nombre desde la calle hasta que nos abrió y lo que pensábamos que iba a ser una corta visita terminó siendo una de poco más de 6 horas. Simplemente nos dedicamos a escuchar música, vimos una peli muy mala y tomamos rakia y vino casero, elementos que no pueden faltar en la casa de ningún anfitrión en todos los Balcanes y Rumania, por supuesto no es la excepción. Creo que todavía no les había comentado de la rakia. Es la bebida nacional de creo todos los países de la región y es un licor de frutas fermentadas, incoloro y de una graduación habitual de un 40%. Nunca probé rakia de los supermercados porque practicamente todos lo hacen en sus propias casas. Los rumanos me dicen que quien no tiene rakia y 1.000 litros de vino en su casa, no es rumano.
La bebida la acompañamos con sopa de verdura y pan, mucho pan. Ya en la madrugada emprendimos la retirada, pero Lucian insistió en pasar por un pub para brindar por última vez antes de mi partida. Entramos a un pub que estaba lleno de músicos, sólo músicos. El dueño del bar, a quien llamaban Sr. Titi de la Mancha (no me pregunten el porqué) tenía unos 50 años y acompañaba por momentos al grupo de músicos itinerantes con su acordeón. El grupo estaba compuesto de franceses y españoles. Habían dos guitarras, un violin, un trombon, un clarinete, unas castañuelas... algo más tocaban pero ya no me acuerdo. La música era genial, una fusión de música gitana y ritmos tradicionales españoles y franceses. Nos tomamos unas cervezas y cuando la cosa se calmó Lucian invitó a los músicos que no tenían donde dormir a su casa. Así fue como adoptamos 4 músicos franceses. Por la madrugada llegaron al departamento una francesa y tres israelíes. Imaginaran el quilombo en un departamento de dos habitaciones. Por la mañana cuando intentábamos desayunar sin destrozar todo, llegó el compañero de departamento de Lucian. Su reacción fue asombrosa, su rostro reflejaba sorpresa pero era evidente que era una muy grata sorpresa. No fue un ¡que carajo! Sino un ¡buenísimo, de donde salió toda esta gente!
Obviamente decidí quedarme un día mas. Entre el nuevo grupo, la francesa tenía todo el cuerpo escrito con birome azul. No todo el cuerpo pero el brazo izquierdo y las dos piernas. Cada vez que nos sentábamos a charlar y tenía a mano una birome, se ponía a garabatear sus piernas, hacía corazones, dibujitos, números, lo que se le ocurriera. Entre los israelíes estaban un pibe que de Rumania se iba a Italia, caminando y durmiendo sólo en su carpa, un músico y una piba. Todos geniales.

Unas fotos de la hermosa Sibiu, aunque temo que no hay fotos del grupo :-(
Nadie saco fotos, se nos paso










De Sibiu partí hacia Timisoara, en la frontera con Serbia. La idea era parar en un bosque en el camino, cerca de la fortaleza de Hunadoera, pasar la noche y al otro día seguir mi camino. Por la noche se desató una tormenta que me hizo temer por la estabilidad de mi hogar. Por la mañana el viento era tal que casi me levanta con carpa y todo. Levanté con mucha dificultad el campamento y salí antes de que la tormenta me cayera encima. Como siempre en Rumania no esperé 5 minutos hasta que alguien paró y me llevó a destino.

En Timisoara dormi en la casa de Nina, una estudiante de arquitectura absolutamente genial. Con ella tambien pararon dos motociclistas italianos, Luca y Giuseppe, con los que compartiria anfitrion tambien en Belgrado.
La pasamos muy bien, salimos a algunos bares, bailamos un poco y pos la manana salimos todos para Belgrado.


- Respuestas a los muy queridos amigos

1. Si, todos se han reido muchos con mi representacion de Dracula. Tambien el conductor que me levanto, que me dijo que mas que Dracula parecia un elefante.
2. Respecto a mi peso, solo he perdido 3 kilos en lo que va del viaje, lo que esta bastante bien, me parece... y si, es una estrategia :-)